La histeria y su historia
La histeria y su historia
La histeria femenina era una
enfermedad diagnosticada en la medicina occidental hasta mediados del siglo
XIX. En este contexto, fue el diagnóstico habitual de un amplio abanico de
síntomas, que incluía: desfallecimientos, insomnio, retención de fluidos,
pesadez abdominal, espasmos musculares, respiración entrecortada, fuertes
dolores de cabeza, pérdida de apetito e irritabilidad.
El término proviene de hystera,
que significa “útero” en griego, ya que en un principio se creía que la
enfermedad estaba causada porque el útero de la mujer se desplazaba y
deambulaba por su cuerpo, causando los síntomas correspondientes. Según Platón,
el útero es “un animal dentro de un animal que se desplaza por el cuerpo”, alcanza
la garganta y provoca sofocos, ahogo, histeria
Galeno, por su parte, escribió
que la histeria era una enfermedad causada por la privación sexual de las
mujeres. Se diagnosticó frecuentemente
en vírgenes, monjas, viudas y, en ocasiones, mujeres casadas. La prescripción
en la medicina medieval y renacentista era el coito si estaba casada, el
matrimonio si estaba soltera y el masaje de una comadrona como último recurso.
Las pacientes diagnosticadas con
histeria femenina debían recibir pues un tratamiento conocido como «masaje
pélvico», estimulación manual de los genitales de la mujer por el doctor hasta
llegar al orgasmo o, como se denominaba en aquella época, «paroxismo histérico».
Con el tiempo, fueron surgiendo otras formas de tratarla, como el lavaje
vaginal a partir de un dispositivo de hidroterapia que ahorraba el esfuerzo del
masaje manual.
Posteriormente, los médicos
dispusieron del primer vibrador mecánico, en 1870. A finales del siglo XIX, la
difusión de la electricidad en el hogar facilitó la llegada del vibrador al
mercado. El atractivo de un tratamiento más barato y en la intimidad del propio
hogar hizo que el vibrador alcanzase una cierta popularidad en muy poco tiempo.
De hecho, el vibrador eléctrico llegó al mercado mucho antes que otros
dispositivos tan cotidianos como el aspirador y la plancha eléctrica.
A partir esta supuesta
enfermedad, Sigmund Freud empezó a desarrollar su conjetura del inconsciente.
Freud terminó por afirmar que lo que se conocía como histeria femenina era
provocado por un hecho traumático que había sido reprimido en el inconsciente,
pero seguía aflorando en forma de ataques que carecían de explicación. Fue el
principio de lo que hoy conocemos como psicoanálisis.
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