El papel de los padres en la prevención del consumo de drogas

El papel de los padres en la prevención del consumo de drogas


El consumo de drogas es un hábito muy extendido en nuestra sociedad. La adolescencia es una etapa crítica respecto a esto; los adolescentes se enfrentan a muchas situaciones de posible consumo, principalmente con sus amigos en situaciones sociales y debido a la denominada "presión social". Esto genera mucha preocupación en los padres; no obstante éstos deben asumir que su capacidad de control sobre el consumo de los hijos es bastante limitada, ya que esas situaciones ocurren cuando los padres no están presentes.

¿Qué hacer entonces?

  • Entender la etapa adolescente:
Hay ciertas características de esta etapa que hace a los adolescentes más vulnerables al consumo de drogas. Por un lado, el deseo de experimentar sensaciones les pueda llevar a realizar conductas más extremas. Por otro lado, el papel del grupo de iguales se hace muy relevante en esta etapa, ya que es la manera de ir formando su propia identidad. Se ven sometidos a la presión social, desean encajar en un grupo y harán aquello que les haga asemejarse a sus iguales. Conocer estas características nos puede permitir como padres proponer alternativas que cubran ambas necesidades: deportes de aventura para experimentar sensaciones, invitar a los amigos de los hijos a casa para forjar su identidad dentro del grupo, etc.

  • Prestar atención a las emociones:
En muchos casos, el consumo viene precedido por un mal manejo de sus emociones y se utilizan las drogas como vía de escape o de diversión. Los adolescentes se encuentran normalmente en torbellino de emociones que muchas veces no entienden y que no saben manejar.  En esta línea, como padres, podemos trabajar desde casa la importancia de expresar emociones, entenderlas y manejarlas. Funcionará tanto ser ejemplos para nuestros hijos sobre cómo manejamos nuestras propias emociones, como dar pie a hablar de las emociones con ellos. 

  • Mejorar la comunicación:
En ocasiones la rutina puede hacernos olvidar la importancia de hablar con nuestros hijos, siempre desde la comprensión y la empatía. Es importante que exista una buena comunicación en casa para aumentar la probabilidad de que, si surge un problema con las drogas, los hijos hablen con nosotros. Para ello, podemos buscar momentos en el día donde practicar esta comunicación: en el coche, durante las comidas o las cenas, etc. Hablaremos de nuestro día, nuestras emociones, nuestras preocupaciones, nuestras inquietudes y objetivos, etc. Esto hará que los hijos también se animen a abrirse. Cuando esto ocurra, es muy importante no juzgar ni criticar lo que nos cuentan, sino simplemente escuchar y comprender. Cuanto mejor sea la comunicación, más cerca estaremos de nuestros hijos y más probable será que recurran a nosotros. También es importante trabajar la comunicación respecto al tema de las drogas, que éste no sea un tema tabú. Es positivo que nuestros hijos estén informados, que sepamos qué conocen de estos temas y que les ayudemos a conocer más y de fuentes fiables. De esta manera, tendrán una mayor capacidad de decisión.

  • Fomentar un estilo educativo democrático:
Con los adolescentes es fácil caer en el estilo “colega” para aumentar la confianza o pasarse al estilo “autoritario” cuando vemos que no reaccionan.  El punto intermedio es el estilo democrático, que consiste en establecer una serie de normas y límites consensuados, en la medida de lo posible. Algunas de las normas serán establecidas por los padres  (estudios, convivencia, respeto) y otras pueden ser acordadas con los adolescentes (horas de salida, planes, uso de redes sociales). Pero ambas deben ser conocidas y entendidas por los hijos, para que las acepten mejor. También es importante que cumplir las normas lleve a una serie de consecuencias positivas, y  habrá que acordar consecuencias si las normas no se cumplen. Este estilo educativo fomenta la autonomía y la responsabilidad de los adolescentes, ambos factores de protección ante situaciones de consumo.
No obstante, no es recomendable abusar del castigo. El castigo debe estar siempre relacionado con la conducta que ha realizado nuestro hijo, y siempre con un fin reparador. Debe estar orientado a asumir las consecuencias naturales de realizar una conducta, no a hacer daño ni a que se sienta mal. 

  •  Trabajar las habilidades sociales:
Los padres no van a estar presentes en las situaciones de posible consumo. Son los hijos, entonces, los que tendrán que manejar esa situación de la mejor manera posible. Para ello, será de gran ayuda que tengan una serie de habilidades en su repertorio: no ceder a la presión grupal, saber decir que no, saber defender su opinión o su criterio, ser capaces de relacionarse sin necesidad de usar las drogas, etc. Desde casa, sí se puede dotar a los hijos de estas herramientas: respetar su opinión y su criterio para que sean más capaces de defenderlo frente a sus iguales; animarles a enfrentar retos y a aprender de sus errores; plantear situaciones donde su capacidad de elección y toma de decisiones se vea reforzada y valorada. Además, es importante fomentar situaciones sociales saludables.


En conclusión, el papel como padres frente al consumo se centra en hacer que los hijos tengan una buena autoestima, se sientan seguros de sí mismos y tengan las herramientas adecuadas para manejar las situaciones de consumo y de presión grupal de la mejor manera posible.



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